Todos queremos dar lo mejor de nosotros.

Muchos de nosotros nos esforzamos por mejorar nuestros hábitos y comportamientos para optimizar nuestro bienestar. Personalmente, pienso en lo que tengo que hacer para convertirme en la versión más sana y feliz de mí misma casi todos los días. Esta mentalidad tiende a acentuarse en los momentos de transición, como el año nuevo, un cumpleaños o luego de un cambio de trabajo o de ubicación. 

Estos momentos de reevaluación de nuestras metas y progresos son fundamentales para fomentar el crecimiento y el cambio en nosotros mismos. Con el paso de los años, he creado varios hábitos de bienestar que he perfeccionado, ajustado, suspendido y acertado. Así que, si está estancado, o si simplemente está haciendo algunos cambios de mantenimiento en su estilo de vida, siga leyendo. 

Dormir, lo más posible, el ejercicio, una dieta sana y vitamina D son algunos de los ingredientes clave de mi rutina de bienestar personal. Pueden parecer obvios, pero voy a detallar cómo abordo cada consideración, y como este es un blog de dermatología, me centraré en explicar cómo cada uno de estos comportamientos afecta a la salud de nuestra piel.

Sueño

El primer componente de mi rutina de bienestar es el sueño. Trato de acostarme a las 9:30 de la noche y despertarme a las 5:30 de la mañana todos los días. 

Un sueño saludable que lo ayude a verse, sentirse y desempeñarse de la mejor manera posible no solo tiene que ver con la cantidad de horas de sueño profundo que obtiene, sino también con la regularidad de su ciclo de sueño y vigilia. Desarrollar una consistencia en la hora de acostarse y levantarse puede ayudar a su cuerpo a establecer un ritmo circadiano normal y optimizar las fluctuaciones de cortisol dentro de su organismo a lo largo del día. 

La falta de sueño se refleja en la piel

Se cree que la falta de sueño contribuye a un estado “proinflamatorio”, que puede empeorar el prurito (“picazón”) y las enfermedades inflamatorias de la piel como la psoriasis. Como ya habrá notado, la falta de sueño puede manifestarse en la piel del rostro en forma de ojeras, párpados caídos e hinchados y comisuras de la boca hacia abajo. Un estudio demostró incluso que la mala calidad del sueño se asociaba a una disminución de la función de barrera de la piel y a un aumento de la pérdida de agua transepidérmica (pérdida de la capacidad de la piel para mantenerse hidratada).

Mis hábitos de sueño saludables

Cuando tengo problemas para dormir y establecer una rutina de sueño, tomo un suplemento de melatonina (a más tardar a las 8 de la noche) para que me ayude a conciliar el sueño y establecer mi ciclo de sueño.

Todas las noches uso tapones para los oídos para que mi cerebro no procese de forma inconsciente todos los pequeños sonidos que se producen a lo largo de la noche, y me pongo un antifaz para dormir. También trato de dormir sobre distintos lados de mi cuerpo; acostarse sobre un solo costado puede causar más arrugas y pérdida de tejido subcutáneo en el lado de la cara sobre el que se duerme. 

Hacer ejercicio

Una de las partes más importantes de mi jornada es el ejercicio. Mi meta cada semana es hacer algún tipo de ejercicio todos los días de la semana, pero a veces la vida se interpone, así que es posible que solo lo haga cuatro o cinco días. 

Algunos días hago yoga, otros hago gimnasia de barra, corro, tomo una clase de gimnasia virtual o esquío, dependiendo de la temporada. Lo importante es que intente realizar alguna forma de movimiento que me guste.

El ejercicio mejora la piel

El ejercicio mejora el flujo sanguíneo en todo el cuerpo, incluida la piel. Como resultado, puede surtir efectos beneficiosos en la cicatrización de las heridas. También puede mejorar el estado de ánimo y la confianza en uno mismo, lo cual es una parte importante del “paquete” general que no se limita a tener una piel brillante. 

Muchas veces incorporo mezclas de electrolitos en el agua antes o después de hacer ejercicio para mantenerme bien hidratada. Mantener una buena hidratación puede ayudar a rellenar la piel, lo que minimiza las arrugas finas. 

Dieta sana

Una dieta sana es el siguiente paso clave en mi rutina de bienestar para la piel. Sigo una dieta principalmente vegetal, con pollo y mariscos, de vez en cuando, similar a la dieta mediterránea. Tomo una taza de café todos los días y disfruto de una copa de vino tinto varios días a la semana. Procuro evitar los alimentos procesados, los alimentos azucarados que tienen un alto índice glucémico y las carnes rojas. 

Cómo afecta la dieta a la piel

Las investigaciones indican que estas prácticas alimentarias pueden mejorar la longevidad y ayudar a reducir la inflamación del organismo, de modo que es menos probable que contribuyan a las enfermedades de la piel y al envejecimiento. Además, se ha demostrado que existe una relación entre los productos lácteos (sobre todo la leche desnatada) y los alimentos que tienen un alto índice glucémico y el acné.

Un comienzo nutritivo se traduce en un día más saludable

Normalmente comienzo las mañanas con un batido de proteínas de origen vegetal cargado de vitaminas y antioxidantes para maximizar mi nutrición, sobre todo cuando hago mucho ejercicio. Aún no sabe si los suplementos vitamínicos y los antioxidantes orales realmente marcan la diferencia o si simplemente se descomponen en el intestino, pero me gusta usarlos porque me hacen sentir más saludable, lo que me lleva a tomar otras decisiones saludables a lo largo del día. 

Vitamina D

Como dermatóloga, me pongo un protector solar de forma muy estricta. Cada mañana uso una crema humectante con FPS 30 o superior en el rostro y el cuello. Si voy a estar al aire libre, uso sombreros, gafas de sol, protector solar corporal o ropa de manga larga. 

Como soy tan cuidadosa con mi protección solar y como en invierno estoy tan cubierta, es posible que tenga un mayor riesgo de carencia de vitamina D. Esto se debe a que, aunque parte de la vitamina D de nuestro cuerpo procede de nuestra alimentación, gran parte de la vitamina D se sintetiza en la piel como respuesta a los rayos UV de la exposición al sol. 

Algunas características le exponen a un mayor riesgo de carencia de vitamina D: 

  • Piel más oscura: el pigmento natural de melanina de la piel más oscura bloquea la luz ultravioleta.
  • Trastornos de malabsorción de grasas: debido a que la vitamina D es soluble en grasa, las personas que no tienen la capacidad de absorber bien las grasas también tienen una menor absorción de vitamina D.
  • Ciertos medicamentos: algunos medicamentos pueden afectar la síntesis o degradación de la vitamina D.
  • Vivir más lejos del ecuador: el sol está a menor altura en el cielo en las latitudes altas y bajas, lo que se traduce en menores niveles de rayos UV.
  • Edad avanzada: a medida que envejecemos, es posible que nuestro organismo sea menos eficiente a la hora de producir vitamina D a partir de la exposición al sol. 

Con frecuencia, mis pacientes me dicen cosas como: “doctor, necesito mi vitamina D, por eso me gusta tomar el sol”, o “no me pongo protección solar porque me preocupa la carencia de vitamina D. Mi respuesta es que, en realidad, solo hay que tomar unos 15 minutos de sol al día para obtener la vitamina D que se necesita. 

Suplementos de vitamina D: más seguros que el sol

Si le sigue preocupando su nivel de vitamina D, considere la posibilidad de tomar suplementos de vitamina D. O mejor aún, solicite a su médico que revise su nivel de vitamina D para ver si realmente tiene una carencia, y luego pídale sus recomendaciones profesionales sobre la dosis que necesitaría para reponerla. 

En la actualidad, hay una gran controversia sobre cuál es el nivel “normal” adecuado de vitamina D. Pero lo que sí sabemos es que la radiación solar es cancerígena, así que los suplementos son una forma más segura de obtener vitamina D que del sol. Por eso, además de protegerme del sol a diario, tomo con frecuencia suplementos de vitamina D como parte de mi rutina de bienestar.

Conclusiones

Así que, eso es todo. Las partes clave de mi rutina de bienestar dermatológico son el sueño, el ejercicio, una dieta sana y la vitamina D. Cada uno de ellos es fundamental, no sólo en cuanto a cómo me siento, sino también en cuanto a la salud de mi piel. Considere la posibilidad de darle prioridad a estos comportamientos sencillos, pero profundos, ¡a medida que examina y mejora su propia experiencia de bienestar!